Cosas que pasan.


A veces viene alguien a decirte lo bonito que es lo que tienes delante de las narices. Y entonces abres los ojos y vuelves a verlo. Acostumbrarse a la belleza y dejar de apreciarla debería de ser uno de los pecados capitales. Más que la gula que, al fin y al cabo, tiene bastante gracia.

Vuelvo a ser asocial, vuelvo a encontrarme fuera de lugar allá donde vaya. Estoy hecha para enterrarme en kilos de ficción y no salir hasta que me falte la respiración.